Probar, probar y probar: es la manera más fácil (y divertida) de aprender a catar un vino. Al menos ese fue el método con el que yo aprendí a saborear y disfrutar de él; a observar su color y consistencia, a anticiparme al sabor por medio del olfato, a diferenciar las notas que caracterizan a cada botella y cosecha. Sin embargo, he de confesar que al principio ni siquiera me gustaba el vino.
Antes de entrar al mundo de los viñedos, yo estaba acostumbrado a bebidas distintas. Cuando estudié en Puebla, el Bacardí era la bebida oficial de nosotros los estudihambres. Después me fui a trabajar a CDMX y ahí empecé a beber whisky, ron y otras bebidas, sobre todo frías.
La razón por la que empecé a explorar el vino fue porque cuando plantamos nuestros viñedos en el Valle de Guadalupe, mis visitas a la ruta del vino se hicieron más frecuentes. En ese entonces visitábamos las pocas vinícolas que había. Otro gran factor para que yo comenzara apreciar y a tomar más vino fue la influencia de mi esposa, a quien siempre le ha gustado el vino y que ahora es sommelier. Siempre me decía que cómo era posible que no supiera de vinos cuando teníamos viñedos en el Valle de Guadalupe. Y tenía razón.
Fue entonces que comencé a hacer el intento de pedir una copa de vino cada vez que iba a un restaurante, y la verdad es que al principio no me las terminaba. La primera copa de vino que me pude terminar fue un vino Malbec de Argentina porque era muy fácil de abordar. Obviamente antes todo el lenguaje en torno al vino estaba fuera de mi léxico y no tenía ni la más remota idea de cómo catar esta bebida.
El vino mexicano fue el que me ayudó a convertirme en un aficionado. Cuando empezamos a producir vinos con ayuda de nuestro enólogo Alberto Rubio, fue evidente que tenía que gustarme el vino, de lo contrario cómo lo iba a vender. También empecé a ir a recorridos en el Valle de Guadalupe para probar el trabajo de otros productores y analizar la competencia. Poco a poco empecé a probar y probar más.
Así fue que pude comprender aspectos como la elaboración del vino, su degustación y el proceso de selección de una botella. También he tomado cursos, leído libros y asistido a un club de vino donde hay personas que sí saben muchísimo; aprendo mucho de ellos.

Ahora sí, aquí van unos simples pasos para aprender a catar un vino:
1. Etapa visual: Analiza el corcho; si el vino se corrió y está manchado es una mala señal, especialmente si es un vino de una añada reciente. Se sirve en la copa, pero únicamente unas 2 onzas o 2 dedos para que no se tire al agitar la copa. Los tres principales colores en un vino tinto son rojo granate, rubí y púrpura, todo depende del vino (busca en Google “colores del vino tinto” y úsalo como referencia). Podrás apreciar también si está turbio o limpio. Si detectas defectos como burbujas, ese vino no sirve.
2. Etapa olfativa: Identifica tu fosa nasal más sensible, haz ejercicios olfativos para identificarlo. A copa parada, sin agitarla, mete bien la nariz, de preferencia inclinado hacia nuestra fosa nasal más sensible. Cierra los ojos y busca aromas malos como acetona, vinagre, humedad, cartón mojado, moho o un aroma raro en general. Si no los encuentras sigue, de lo contrario ese vino no sirve.
Después agita la copa para identificar los aromas y fíjate si te recuerda a frutos rojos o negros y si son frescos o compotados, de ahí buscas frutos similares. También trata de identificar si hay notas especiadas como pimienta y clavo o bien, algunas herbáceas como orégano, menta, romero, etc. Puede que los encuentres y puede que no. No hay regla porque todos tenemos olfatos diferentes, no tengas miedo a decir lo que piensas o lo que estás oliendo, usa la ficha técnica del vino como referencia para que te guíe (busca la ficha técnica y úsala como referencia). Con la práctica irás mejorando; ningún vino huele a uva, algunos vinos son más expresivos que otros y esos serán más fácil de identificar.

En nuestro blog conocerás la historia de Bodegas F. Rubio en Ensenada y Baja California
3. Etapa gustativa: Con los ojos cerrados da un pequeño sorbo al vino y pásalo por toda la boca para quitarte cualquier otro sabor. Después da un sorbo más grande y trata de identificar las notas o sabores. Pueden ser diferentes a los que identifiques con la nariz o pueden ser los mismos. ¿Qué es el tanino? Es como el “fuera de lugar” en el fútbol. El tanino hace que la lengua se sienta rasposa, y puede ser de diferentes maneras: ligero, elegante o agresivo, que pareciera que lo puedes masticar. Lo que buscamos es un vino equilibrado que evolucione en la copa.
4. Elección de vinos: Compra de diferentes varietales, mezclas y países (de preferencia mexicano); tómatelos con quesos y comida, solo así sabrás qué tipo de vino es el que más te gusta. Arma tus clubs de vino, que los guíe alguien que sepa y les pueda estar enseñando. Una buena referencia de libro son los Wine Folly que puedes comprar en Amazon.
5. Experimenta: Experimenta los vinos con diferentes alimentos: no todos los tintos van con carne, hay unos que armonizan increíble con los mariscos, así como los rosados con carne blanca, etc. Diviértete pero sobre todo cata y consume los vinos con buena compañía.
A veces, el vocabulario que usan los sommeliers intimida a las personas que quieren aprender a catar un vino. Para describir las notas de un vino se utilizan palabras como sotobosque, alquitrán, torrefactas, clavo, levaduras y más. A mí me gusta ser más sencillo y simplemente hablar de frutos rojos o negros (compotados o no), tipo de hierbas y especias, así como notas a tostados de la barrica o lo que conlleva las notas de la barrica.
Es importante aclarar que al vino no se le agregan estos sabores, pues los aromas y notas provienen de tres diferentes fuentes. Los aromas primarios son los que nos da la uva por sí sola: hay más de tres mil variedades diferentes de uva en el mundo para producir vino. Un ejemplo sencillo para entender esto son las manzanas. Una manzana amarilla no sabe igual a una verde, la diferencia principal es que una es dulce y la otra es ácida; es lo mismo con los vinos. Los secundarios son los que nacen en el momento de la fermentación del vino y cuando se lleva a cabo la transformación de azúcar a alcohol y salen notas lácticas, entre otros. Los aromas terciarios son los que le aporta la barrica al vino cuando está en guarda, como el tostado, chocolate, cuero, ahumado, etc.
También debemos de saber que un vino Merlot mexicano no va a saber igual que uno francés. Todo cambia por el terroir (tierra), agua, clima, etc. Como nota curiosa, las copas de vino con la punta cerrada sirven para conservar los aromas dentro de la copa y poderlos apreciar.
Como última recomendación, recuerda no usar perfumes ni lociones al momento de probar un vino, pues te puede confundir al momento de oler y saborear. Así mismo, procura no comer nada antes o toma agua para limpiar tu paladar. ¡Listo! Ya puedes catar un vino.